En ese sentido, desde el 2008 las autoridades chinas aprobaron una ley, que los expertos califican como la más absurda de la historia, en la que se prohíbe la reencarnación sin su permiso.
“Los procedimientos de reencarnación tienen que cumplir las convenciones religiosas e históricas. Además, debe ser aprobada por el gobierno central”, señalaba en un medio oficial Shingtsa Tenzinchodrak, uno de los budas vivientes en territorio tibetano adeptos al régimen chino.
Para los analistas lo que busca China es crear una casta de lamas tibetanos leales al régimen comunista.
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